La criptografía ha estado en el centro de los servicios financieros y su lucha contra el fraude durante años. La reciente y acelerada expansión en el volumen de transacciones financieras en el entorno digital, ha venido acompañada también por un gran aumento en el número y en los diferentes tipos de fraude financiero, explotando las vulnerabilidades en los sistemas de pago, así como las relacionadas con el comportamiento de los usuarios.

En este cambiante escenario, la criptografía y sus aplicaciones continúan siendo un elemento central en todas las líneas de defensa utilizadas para mitigar diferentes tipos de actividades fraudulentas y, en muchos casos, también como una exigencia por parte de múltiples reguladores gubernamentales y/o de la industria.